A la hora de poner rumbo a un lugar la gastronomía es uno de los elementos que más inclinan la balanza, tanto a favor como en contra. El viajero gastronómico es, por tanto, un objetivo muy a tener en cuenta porque este, además, es más propenso a gastar dinero y a disfrutar de las actividades culturales de la zona. Esta afirmación no está hecha al azar: un 76% de los españoles ha llevado a cabo un viaje por razones gastronómicas, acompañadas de otras razones de peso, al menos una vez en los últimos dos años.
Así lo refleja el II Estudio de la Demanda de Turismo Gastronómico de la consultora Dinamiza y la Dirección General de Turismo de la Comunidad de Madrid. En el mismo informe también se especifica otro dato al que prestar atención: casi un 29% de los viajeros totales son turistas puramente gastronómicos. Esto se traduce en que sus gustos culinarios o la curiosidad por probar nuevas delicatesen son el motivo principal de su viaje y, por tanto, llegan a condicionar la elección final en muchos de los casos.
Muchos establecimientos ya se han dado cuenta de ello y han reconvertido su oferta para atraer a estos curiosos y pudientes viajeros amantes del turismo gastronómico. El mismo estudio de la Demanda de Turismo Gastronómico de la consultora Dinamiza y la Dirección General de Turismo de la Comunidad de Madrid ha realizado una serie de perfiles de este codiciado posible cliente. A través de ellos, los hosteleros y hoteleros pueden hacerse una idea de cómo adaptar sus negocios, o realizar nuevas experiencias, para atraerlos.
Ocho perfiles definidos de turista y turismo gastronómico
Por un lado tenemos a los Foodie, aquellos aficionados a la gastronomía en todas sus vertientes. Personas para las que la gastronomía juega un papel fundamental condicionando el destino que visitan. También los Gourmet, viajeros que buscan vivir experiencias gastronómicas únicas por encima de todo. Este tipo de comensal no solo ama la comida, sino que es un experto en gastronomía y vino.
Luego tenemos al Responsable, uno de los perfiles de turista más comprometidos con el lugar de destino, ya que ve fundamental conocer el proceso de elaboración de los productos y le preocupa el impacto que pueda provocar en el territorio que visita. Es, en definitiva, una filosofía que va más allá de la pura gastronomía.
El cuarto perfil corresponde al Cocinilla, un viajero que busca nuevos productos y elaboraciones, que le encanta cocinar y aprender nuevas técnicas. El quinto, el Winelover, un entusiasta del vino como el propio nombre indica. Son viajeros a los que les gusta conocer el origen de los mejores caldos y acercarse a las zonas productoras.
Posteriormente, nos encontramos con los Gourdmand, viajeros a los que no les importa repetir destino si les ofertan diferentes sensaciones y experiencias. Disfruta comiendo y entiende la gastronomía como un elemento de ocio y disfrute.
Los dos últimos corresponden al Sibarita, un viajero que lleva un estilo de vida refinado en el que la gastronomía ocupa un lugar clave como elemento de distinción y que buscan experiencias, de verdad, exclusivas. Y, finalmente, el Cosmopolita, un viajero que concibe la gastronomía como un elemento indispensable del patrimonio cultural del destino que visita, principalmente ciudades.