Obviamente un fabricante nacional, por su proximidad al mercado, puede ofrecer, no sólo mejores y más fiables plazos de entrega, sino también un producto bien adaptado a las necesidades del cliente y un servicio más cercano.
Tal y como explica Javier Cano, subdirector de Intarcon, los clientes «valoran la calidad del producto y servicio que ofrecemos como fabricantes nacionales. Sin embargo, esto no es debido a una labor de ‘educación’ al cliente, sino a su propio convencimiento de lo que necesitan. Es decir, en una economía de libre mercado no podemos ‘educar’ la demanda, ni pretender restringir la competencia externa, sino mejorar nuestra oferta de producto para atraer el interés de nuestros clientes. Lo que sí es necesario por otra parte es que toda la oferta de producto, nacional o de importación, cumpla con la normativa comunitaria, y que cuando la administración no llega a poder controlar su cumplimiento, sea el cliente el que sea consciente de los requisitos mínimos exigibles a los productos en términos de seguridad y de eficiencia».
La crisis económica derivada de la pandemia ha hecho mella en el sector del turismo y la hostelería, y en aquellos sectores relacionados, como el de equipamiento para hostelería. En el caso de España, con un sector hostelero tan potente, la afección ha sido especialmente grave. «La capacidad para sortear una crisis depende por una parte de la salud financiera de la empresa con anterioridad, y por otra de su capacidad de adaptación. Como en todas las crisis económicas, hay empresas que, aun pasando dificultades, salen fortalecidas de la crisis gracias a su capacidad de diversificación del negocio con nuevos productos y mercados. Este es básicamente el caso de Intarcon donde gracias a nuestra constante labor innovadora hemos cerrado el 2020 mejorando el ejercicio anterior en ritmo de crecimiento de años anteriores”, concluye Javier Cano.